domingo, 12 de abril de 2009

No me hables de Babel (I)

No me hables de Babel, querida
No me hables de Babel.

Los voces del destierro se alzaron en tu rostro, exigían alegría
Un dulce encuentro en la esquina, o la banca, o la plaza,
los que hostigaban futuro, demandaban en la huída.
Con los clavos de los cristos crucificados en el océano,
allá por Ceuta, allá por Nápoles,
allá lejos en la distancia de la utopía,
los que navegando venían,
renacen en los tentáculos
de la mar sombría.

No me hables de Babel, querida
No me hables de Babel.

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